asi te quiero
La otredad
Escribo desde la sonrisa perdida,
bajo el eco que distante me define,
Soy de los que esperan aunque el tiempo me deshoje,
sin orden moral a este nuevo mundo y aunque sobrevivo,
quiero el espacio pasado que entregaba la felicidad sin prisas
el que ahora pertenece a la otredad,
el que ahora habito con olor a cloro.
¡No lo llames destino!
porque no hay esperanza en lo que se piensa,
solo en lo que se grita.
Se me apagó el corazón,
me falta la presión del viento,
por tratar de apagar todas esas velas
que nunca cumplen deseos.
Incendiemos las creencias,
ser sol, ser fuego en vez de luz
quemando los ojos de la mentira,
cultivando la belleza sobre la profundidad,
solo sé, que sé respirar polvora,
caminar a medias,
caminar descalzo sobre una humanidad eterna.
enero
Pasando los cohetes
Nada nos devuelve más violentamente a una normalidad que terminar el año, retornar a las promesas de cambiar nuestras insistentes voluntades y hundirse en la fuerza de uno nuevo que lo pueda cambiar todo, uno que "va a ser mejor". El regreso a las luces que se fueron apagando durante un año que estuvo cargado de culpas que aún nos persiguen, de impresiones y de resiliencias, está reinante en las oportunidades para comprar las emociones, para vagar sobre un pensamiento colectivo que promulga que, durante el trance del 20 al 21, se nos acercará a algo nuevo, al triunfo de una ideología que se repite constante Post hoc ergo propter hoc.
El recordatorio sigue ahí, la humanidad es frágil y 2020 nos los dejó más que en claro, cada cuerpo bajo amenaza, la difícil resistencia al cambio y la angustia perenne del qué pasará, del no tener idea del mañana, nos queda el aliento para no fantasear buscando una absurda respuesta. A veces lo simple, contiene lo más definido, nos toca ser faro y luz, tocar nuestro lado más humano y cuestionarnos demasiadas cosas, vamos a recomenzar, pero no necesariamente a final de año, tal vez en dos o en cinco o algún momento la amnesia nos envolverá a una nueva realidad.